Cartel de la producción cultural EL SONIDO DE BABILONIA: plano contra picado de rascacielos con el rótulo EL SONIDO DE BABILONIA sobre el cielo nublado.

El 26 de junio de 1929 arriba el Olympic a Nueva York, a bordo del mismo viajaba Federico García Lorca junto a su maestro y amigo Fernando de los Ríos que había animado y convencido a su familia para que le acompañase a la gran ciudad a aprender inglés, cambiar de aires y quizás renovar su obra. Fue ésta su primera visita al extranjero; su primer encuentro con la diversidad religiosa y racial; su primer contacto con las grandes masas urbanas y con un mundo mecanizado. Casi podría decirse que su viaje a Nueva York representó su descubrimiento de la modernidad. Allí exploró el teatro en lengua inglesa, paseó por el barrio de Harlem con la novelista negra Nella Larsen, escuchó jazz y blues, conoció el cine sonoro, leyó a Walt Whitman y a T. S. Eliot, y se dedicó a escribir uno de sus libros más importantes, el que se publicó cuatro años después de su muerte con el título de Poeta en Nueva York.

Desde un planteamiento teatral original nos acercamos a la poesía de Lorca y su vida en Nueva York, con la música negra como hilo conductor, gospel, blues, swing y en especial la música Jazz de los años 20 que Federico admiraba y disfrutaba en sus habituales visitas a los Club como el Small Paradise de Harlem.

Traemos toda ésta amalgama a través de un teatro poético y musical, dónde la banda de jazz recrea “el Sonido de Babilonia”, una Babilonia trepidante y enloquecedora, como Federico describe a Nueva Yok, mientras que Federico vuela a sus recuerdos y revive ese año de su vida, 1929, que le cambiará para siempre. “Soy un hombre nuevo”, dijo a su regreso de Cuba y Nueva York, Ahí arrancó su etapa más creativa y productiva como artista y hasta ahí regresaremos con él.

Dibujo estilo Warhol de gato con gafas cantando jazz y otras siluetas de gatos tocando instrumentos de jazz